El consumo de agua forma parte de una dieta saludable. Sin embargo, en el caso de los bebés, lo recomendable es esperar al menos hasta el año de edad antes de iniciar su consumo. Contrario a la creencia popular, el exceso de agua simple puede llevar a la deshidratación. En bebés el consumo de agua también incrementa el riesgo de que adquiera enfermedades infecciosas y diarrea.
En países calurosos, áridos, tropicales o durante la temporada de calor, algunas amigas y abuelas recomiendan dar suplementos de agua a los bebés. Lo hacen porque creen que el agua los ayudará a mantener fresco al bebé. Sin embargo, se han realizado estudios en los que se ha observado que los suplementos de agua simple no ayudan a regular la temperatura. La leche materna es suficiente para mantener la temperatura adecuada; contiene la cantidad de minerales para mantener hidratado a tu bebé y además es la mejor fuente de nutrientes.
Así, lo ideal es mantener la lactancia materna. Sin embargo, existen casos en los cuales las condiciones de salud de la madre no permiten realizar esta alimentación. Si esta es tu situación, el pediatra podrá indicarte la fórmula de leche materna más adecuada para tu bebé. La preparación de la mamila debe respetar la cantidad de agua indicada por el médico, evitando ser diluida en mayor cantidad de agua. También deberás evitar el agua baja en sodio, pues su uso se ha asociado a intoxicación por agua en pequeños. Esta intoxicación se manifiesta con síntomas como diarrea, fiebre e hinchazón, la cual puede inflamar su cerebro y causarle convulsiones.
No sustituyas la leche por agua simple. Y cuando el agua ya forme parte de su alimentación, al año de edad, recuerda que las bebidas hipotónicas incrementan el riesgo de que se deshidrate.
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